Una noche estaba jugando con el ordenador y llamaron al timbre, era Marta que me traía una perra. Era marrón, negra y con una mancha blanca al final del cuello. Era muy pequeña. Cabía en mi mano. Esa noche le dimos leche y jugamos con ella.
Ahora ha crecido, ya casi no te cabe en la mano. Es muy bonita pero empieza a morder. Se iba a llamar Linda pero al final se llama Nusa. La quiero mucho.
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