Érase una vez un niño de 10 años que se llamaba Jorge y no le gustaba la música. Pero un día su madre le dijo que le había comprado un clarinete y le había apuntado a una clase de música. Él le dijo que no lo quería pero su madre no le hizo caso.
El primer día él estaba enfadado y todos se burlaban de él. Pero un día su maestro le dijo que saliese a tocar la flauta, le dio la partitura del Titánic y cuando la tocó todos se quedaron con la boca abierta porque tocaba muy bien.
Desde ese momento sabía que la música iba a ser su trabajo. Cuando fue a su casa le dijo a su madre que le gustaba muchísimo. De mayor se dedicó a tocar todo tipo de instrumentos: clarinete, piano, tambor, trompeta, acordeón... Tenía unos amigos que se llamaban Pablo, Alejandro, Daniel, Marta, María, David, Jaime y Jonathan, le dijeron que tenía que hacer un concierto con ellos que tocaban:
David, la armónica, Pablo, la trompeta, Alejandro, el tambor, Daniel, la guitarra, Marta, la flauta travesera, María, el violín, Jaime, el piano, Jonathan tocaba la caja y Jorge su clarinete.
Le dijo que sí, pero que no tenía dónde hacerlo, buscaron pero nadie se lo ofrecía así que lo hicieron en la calle.
La gente que pasaba por la calle, al ver que tocaban muy bien, se quedaba a verlos y le echaban monedas. Moneda a moneda, encontraron la solución al problema de no tener un sitio en donde hacer sus conciertos o ensayar. Así que empezaron a alquilar un sótano que al cabo de los años lo pudieron comprar y empezar a organizar sus conciertos allí.
Jose Ujaque Ruiz.
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